La pobreza energética en Madrid

Pero ¿qué es en realidad la pobreza energética?
A principios de la década de los noventa Brenda Boardman, investigadora de la Universidad de Oxford ya definió la pobreza energética como: “incapacidad para un hogar de obtener una cantidad adecuada de servicios de la energía por el 10% de la renta disponible”. Como se puede observar, esta definición se centraba sobre todo en los aspectos socioeconómicos de aquellos hogares que precisaban gastar más del 10% de sus ingresos para poder satisfacer sus necesidades energéticas, lo cual les hacía especialmente vulnerables.
Ya más recientemente, en el documento “Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética 2019 – 2024” publicado en 2019 por el Ministerio de Transición Energética se define la pobreza energética como “la situación en la que se encuentra un hogar en el que no pueden ser satisfechas las necesidades básicas de suministros de energía, como consecuencia de un nivel de ingresos insuficiente y que, en su caso, puede verse agravada por disponer de una vivienda ineficiente en energía”.
Como se puede observar, esta definición ya incluye de una forma mucho más explícita la segunda pata de este problema, cual es el disponer de una vivienda ineficiente desde el punto de vista energético, aspecto que de forma implícita ya se incluía en la definición de Boardman.
Íntimamente ligada a la anterior aparece el concepto de consumidor vulnerable, que en el ya citado documento lo define como: “El consumidor de energía eléctrica o de usos térmicos que se encuentra en situación de pobreza energética, pudiendo ser beneficiario de las medidas de apoyo establecidas por las administraciones”.
Estas definiciones, todas ellas derivadas de textos normativos de la Unión Europea, inciden, como se puede observar, no sólo en las consecuencias de la pobreza energética (“incapacidad de satisfacer las necesidades básicas energéticas), sino también en sus causas (“insuficiencia económica para afrontar estas necesidades” y “deficiente eficiencia energética de las viviendas”). Ese es el campo en el que se desarrolla esta problemática.
Pero ¿cómo se mide la pobreza energética?
Los indicadores normalmente empleados para caracterizar la pobreza energética han sido y siguen siendo motivo de discusión entre los especialistas. Inicialmente, únicamente se contemplaba como indicador para definir la pobreza energética el del porcentaje de la renta disponible de un hogar que se dedicaba a satisfacer las necesidades energéticas de una vivienda.
La amplitud del foco con el que se analiza actualmente este tema ha llevado a incrementar también el número y tipo de indicadores que actualmente se emplean para su caracterización. Así, se entiende que la pobreza energética podrá manifestarse a través de distintos factores como la incapacidad de mantener una temperatura adecuada en el hogar, el retraso en el pago de las facturas, un gasto energético excesivamente bajo o un gasto en suministros energéticos que es desproporcionado sobre el nivel de ingresos. Estos son los indicadores mayormente empleados y que son los contemplados por el Observatorio Europeo de Pobreza Energética (EPOV).
¿Estamos ante un problema generalizado en Europa?
Es importante conocer si estamos ante un problema local o más generalizado. Para ello, en el gráfico adjunto se incluyen las cifras obtenidas por EUROSTAT en relación con el porcentaje de población que en 2019 y 2020 no podían calentar de forma adecuada sus viviendas.
Como se puede observar, la media en la Unión Europea se encontraba en 2020 en el 8%, es decir cerca de los 36 millones de personas se encontraban en situación de pobreza energética. Este dato es ligeramente superior al de 2019 (7%). La variabilidad entre países en enorme, también en este tema. Así, nos encontramos con cifras alrededor del 20% de la población en situación de pobreza energética en países como Bulgaria, Lituania, Chipre e incluso Portugal y Grecia. Por el contrario, también vemos porcentajes inferiores al 5% de la población en Suiza y los países nórdicos. Sorprende el caso de Alemania que en 2020 tenía del orden del 9% de la población en pobreza energética frente al 3% en 2019.
En el caso de España, los niveles de pobreza energética se situaban en el 11% en 2020, es decir por encima de la media de la UE (8%). También es importante resaltar la tendencia creciente de este problema tanto en nuestro país como en los valores medios de la UE. creciente.
¿Cuál es la situación en España y en Madrid?
En el gráfico adjunto puede observarse, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuál ha sido la evolución del número de hogares que no pueden permitirse mantener su vivienda con una temperatura adecuada, en España y en la Comunidad de Madrid, a lo largo de los últimos 17 años.
Como se puede observar, la evolución de estas cifras ha seguido la pauta de la evolución económica de nuestro país, denotándose una clara disminución en los años previos a la crisis financiera, para después remontar a lo largo de la década pasada.
Según estos datos, en España el número de hogares que se encontraba en situación de pobreza energética es del 11% en 2020, es decir cerca de 2 millones. Estas cifras arrojarían un escalofriante dato de que alrededor de 5 millones de compatriotas se encontrarían en esta situación.
Así mismo es importante constatar que en España se ha pasado del 10 al 11%, a lo largo del período considerado.
En la Comunidad de Madrid había en 2020 un 10,5% de hogares en esta situación, es decir un total de 272.000, lo que equivale a 680.000 personas afectadas.
También es muy importante resaltar el notable incremento que ha experimentado esta situación en nuestra Comunidad. Así, en 2004 sólo había del orden del 4% de hogares en esta situación mientras que en 2020 este porcentaje se situaba ya en el 10,5%, es decir se ha más que duplicado la población afectada.
Porque, ¿cómo se puede paliar la pobreza energética?
De lo que hemos visto a lo largo de este artículo se puede deducir que básicamente son tres las razones que generan la pobreza energética: las altas tarifas de los suministros, los bajos salarios y la eficiencia energética de las edificaciones. Luchar contra la pobreza energética implica actuar contra los tres factores anteriores.
Con respecto a las tarifas, las medidas se podrían concretar en:
- Una reforma estructural del mercado energético y eléctrico en particular que garantice unos precios que reflejen los costes reales de generación.
- Reducción del tramo fijo de la factura eléctrica (pago por potencia)
- Reforma fiscal que de coherencia a que la electricidad y el gas son servicios esenciales para el desarrollo humano y tengan un gravamen reducido y superreducido en el caso de los consumidores vulnerables.
Por lo que respecta a la eficiencia energética de los edificios, las medidas a abordar deberían ir en línea con:
- Programa de rehabilitación energética de edificios
- Planes de reconversión de edificios recientes y elaboración de una normativa que exija a toda obra nueva el cumplimiento de los requisitos de consumo nulo o casi nulo
Finalmente, los aspectos sociales a abordar irían por medidas tales como:
- Regulación clara y garantista que evite los cortes de suministro
- Cupos energéticos vitales garantizados de electricidad, gas y agua por persona y zona climática
- Definición clara de los consumidores vulnerables atendiendo a criterios sociales y de renta
- Procesos ágiles y no burocráticos para el acceso a los mecanismos de ayuda (bono social o asimilados).
- Cofinanciación del bono social y cupos energéticos a través de los Presupuestos Generales del Estado y las empresas del sector.